giovedì 3 maggio 2012

II República Española – Historia del 14 de abril

di Maria Josè Duran

HISTORIA DEL 14 DE ABRIL

La II República fue un periodo de la historia de España que comenzó el 14 de abril de 1931. Aquel día, muchos habitantes de las principales ciudades del país manifestaron una gran alegría. Ese periodo finalizó por la más cruel experiencia posible entre compatriotas: una guerra civil. La Guerra Civil española (1936-1939) puso fin a la II República y al intento de convertir España en un país moderno y democrático.

El 12 de Abril de 1931, cuando en España reinaba Alfonso XIII, se celebraron unas elecciones municipales que resultarían fundamentales para la historia de España. En ellas, los republicanos y los socialistas obtuvieron buenos resultados en las principales ciudades del país. Alfonso XIII pensó que los españoles no querían que siguiera la monarquía; por eso, se marchó de España y renunció a la corona. Muy poco tiempo después, el 14 de abril de 1931, se proclamaba la República

Hasta la aprobación de la Constitución de 1931 se estableció un gobierno provisional, presidido primero por Alcalá Zamora y luego por Azaña. Con este último se inició una clara laicización del Estado, en tanto se intentaba solucionar el problema campesino (Ley de Reforma Agraria, 1932) y se concedía a Cataluña un estatuto autonómico (1932), en abierta oposición política y económica con la derecha. Los gobernantes republicanos, dotados de un amplio respaldo democrático tras las primeras elecciones parlamentarias, parecían en condiciones de poner en marcha o acelerar muchos de los procesos de modernización política y socioeconómica por los que venían clamando desde hacía décadas las mentes más lúcidas del país: una reforma del sistema representativo, que terminara con las lacras del caciquismo y consolidara un sistema de partidos de masas; un nuevo modelo de Administración civil y militar, que dotara al Estado de mayor eficacia y que, al tiempo, lo descentralizara, abriendo paso a procesos de regionalización y autogobierno; un nuevo marco de relaciones laborales, que mejorara las condiciones angustiosas de gran parte de la población asalariada; una reforma agraria, que satisficiera las demandas de tierra del campesinado y facilitara la racionalización de la agricultura; procesos de secularización, que pusieran fin al tradicional contubernio entre la Iglesia católica y el Estado monárquico.

La intentona insurreccionista de Sanjurjo (agosto de 1932) fracasó. La victoria de la derecha en las elecciones legislativas de noviembre de 1933 marcó un total retroceso en las reformas que se habían llevado a cabo anteriormente respecto a temas tan importantes como la Iglesia, la reforma agraria y el ejército. La entrada de cedistas en el gobierno radical de Lerroux motivó los alzamientos revolucionarios de Asturias y Cataluña en octubre de 1934 y la consiguiente represión.

En las elecciones de febrero de 1936 triunfó el Frente Popular, grupo que estaba formado por casi todos los partidos republicanos y de izquierdas, que se habían presentado unidos. Entre ellos, Acción Republicana (el partido de Manuel Azaña), el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Comunista de España (PCE). La República formó un gobierno de concentración con el socialista Largo Caballero al frente, en busca de apoyo internacional. solo la U.R.S.S. y las brigadas internacionales ayudaron a la República; el Comité Internacional de No Intervención impidió la colaboración con los bandos enfrentados, pero Alemania, Italia y Portugal apoyaron al bando nacionalista.

Así, en julio de 1936, se produjo el golpe militar que dio comienzo a la Guerra Civil española (1936-1939). Durante el enfrentamiento, hubo tres presidentes del gobierno republicano: José Giral (1936) y los socialistas Francisco Largo Caballero (1936-1937) y Juan Negrín (1937-1939).

El fracaso del golpe militar desencadenó en la zona republicana una verdadera revolución social.

Los comités de los partidos y sindicatos obreros pasaron a controlar los elementos esenciales de la economía: transportes, suministros militares, centros de producción. Mientras el gobierno se limitaba a ratificar legalmente lo que los comités hacían de hecho. En el campo, tuvo lugar una ocupación masiva de fincas. Las grandes propiedades y, en algún caso, las medianas y pequeñas. En las zonas donde predominaban los socialistas se llevó a cabo la socialización de la tierra y su producción. En las zonas de hegemonía anarquista tuvo lugar una colectivización total de la propiedad. En algunos casos, se llegó incluso a abolir el dinero.

En septiembre de 1936 se estableció un gobierno de unidad, presidido por el socialista Largo Caballero y con ministros del PSOE, PCE, Izquierda Republicana y grupos nacionalistas vascos y catalanes. En noviembre se incorporaron cuatro dirigentes anarquistas, entre ellos Federica Montseny, la primera mujer ministro en España.

El gran desafío del nuevo gobierno era recuperar el control de la situación y crear una estructura de poder centralizada que pudiera dirigir de forma eficiente el esfuerzo de guerra. La tarea era enorme difícil. El poder estaba en manos de miles de comités obreros y milicias que a menudo se enfrentaban entre sí, especialmente los anarquistas con socialistas y comunistas. Los gobiernos autónomos eran otro factor de disgregación. No sin dudas, el nacionalismo vasco había optado por apoyar la República y en octubre se aprobó el Estatuto vasco. Jose Antonio Aguirre se convirtió en el primer lehendakari o presidente del gobierno autónomo.

En la zona republicana se enfrentaron básicamente dos modelos. Por un lado, la CNT-FAI y POUM que emprendieron la inmediata colectivización de tierras y fábricas. Su lema era "Revolución y guerra al mismo tiempo". Su zona de hegemonía fue Cataluña, Aragón y Valencia. Por otro lado, el PSOE y el PCE intentaron restaurar el orden y centralizar la toma de decisiones en el gobierno, respetando la pequeña y mediana propiedad. Su lema era "Primero la guerra y después la revolución".

spagna-repubblicanaLas disensiones internas fueron continuas y llegaron a su momento clave en Barcelona en mayo de 1937. El gobierno de la Generalitat, siguiendo instrucciones del gobierno central, trató de tomar el control de la Telefónica de Barcelona, en manos de un comité de la CNT desde el inicio de la guerra. El intento desencadenó una insurrección y los combates callejeros se extendieron por Barcelona.  La crisis de Mayo de 1937, provocó la dimisión del gobierno de Largo Caballero. El nuevo gobierno presidido por el socialista Negrín, tenía una mayoría de ministros del PSOE, pero se inclinaba cada vez más hacia las posturas defendidas por el PCE. La ayuda soviética había hecho que los comunistas pasaran de ser un grupo minoritario a una fuerza muy influyente. Los enfrentamientos entre stalinistas y trostkistas se re reprodujeron en suelo español. El POUM fue ilegalizado y su dirigente, Andreu Nin, "desapareció" estando en manos de agentes soviéticos.

Aunque ya era tarde para cambiar el signo de la guerra, a partir de ese momento se impuso una mayor centralización en la dirección de la economía y se terminó de construir el Ejército Popular, acabando con la indisciplina de las milicias. A partir de marzo de 1938, momento en el que las tropas de Franco llegaron al Mediterráneo y dividieron en dos la zona republicana, surgieron de nuevo dos posturas enfrentadas. Mientras la postura oficial, representada por Negrín y apoyada por el PCE y parte del PSOE, seguía defendiendo la "resistencia a ultranza", algunos dirigentes, anarquistas y socialistas, empiezan a hablar de la necesidad de negociar ante la perspectiva de la segura derrota.

Los acontecimientos internacionales: el Pacto de Munich en septiembre de 1938, la retirada de las Brigadas Internacionales, la disminución de la ayuda soviética; y los internos: la caída de Cataluña, reforzaron la idea de que la guerra estaba perdida. Así, en marzo de 1939 el golpe del coronel Casado desalojó del poder a Negrín. La esperanza de negociar con Franco se disipó inmediatamente, cuando el dictador exigió la rendición incondicional.

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